domingo, 6 de abril de 2014

Semana Santa II



Las procesiones de Semana Santa son una manifestación religiosa muy arraigada, que continúa vigente en muchas poblaciones catalanas. Una de las más antiguas y emotivas es la Procesión del Silencio de Badalona, y una de las más singulares, la Danza Macabra de Verges.
Año tras año, entre el Domingo de Ramos y el Sábado de Gloria, las calles de muchas localidades catalanas se llenan de procesiones que ponen de manifiesto la vigencia y la significación social de una tradición muy arraigada en la cultura del país. El desfile de pasos o misterios, armados y túnicas, presenciado y vivido por miles de espectadores, hace de las manifestaciones religiosas populares de la Semana Santa unos acontecimientos de gran relevancia ciudadana.
En Cataluña, la valoración del patrimonio cultural propio y la fidelidad a las formas autóctonas de celebrar la Semana Santa conviven con el respeto por la tradición foránea. Así, desde hace más de tres décadas, la comunidad de origen andaluz de Hospitalet de Llobregat celebra la Semana Santa en tierras catalanas a la manera que caracteriza las procesiones del sur de la Península. El elemento más emblemático de estas procesiones son las ‘saetas’, entonadas por los ‘cantaores’ o ‘cantaoras’ en un género que se considera la expresión del sufrimiento del pueblo andaluz. La organización de las procesiones va a cargo de la Cofradía 15+1, nombre que hace alusión a la vocación popular de la asociación laica, formada por los 15 fundadores, y 1, el pueblo unido por el sentimiento común de la añoranza de su tierra de origen.
Entre las procesiones del Jueves Santo, una que ya se documenta en el siglo XVII es la de Badalona, que destaca tanto por su antigüedad como por su valor emotivo. Como otras que se celebran el mismo día por todo el país, la procesión badalonesa se conoce como Procesión del Silencio, nombre que recibe porque los participantes y espectadores guardan el más absoluto silencio mientras la procesión transcurre por las calles medievales del barrio de Dalt de la Vila. Además, cabe mencionar la particular iluminación basada únicamente en las velas con las que los vecinos decoran ventanas y balcones, además de los cirios que iluminan las cruces situadas en las paredes de las casas o que llevan los miembros del séquito.
Por Semana Santa son típicos los ‘brunyols’ llamados ‘del Ampurdán’, pero que se hacen por todas las comarcas de Girona; en Cadaqués reciben el nombre de ‘crespells’. En la región de Lleida están los ‘panadons’, dulces y salados, que incluyen pasas y piñones en el relleno. En el Pallars están los ‘pascaions’, una especie de ‘crespells’. Las monas de Pascua, antes propias de algunos territorios concretos –se exceptuaba en general la región de Girona–, ahora son de uso generalizado, si bien con formas creadas por los pasteleros, que han abandonado la forma tradicional, que era un roscón o coca con huevos duros. Este tipo de mona tradicional se mantiene en la Cataluña meridional y en la Franja.

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